Miren este hongo controla un robot que es parte hongo y parte computadora convirtiendo señales eléctricas en comandos digitales, un avance prometedor para construir robots más sostenibles. Un robot estrellado como una estrella contrae sus cinco patas para avanzar sobre un piso de madera, no impulsado por baterías ni conectado a una toma eléctrica, sino controlado por señales de setas. El nuevo robot, junto con otro robot rodado controlado por hongos, fue desarrollado por investigadores de la Universidad de Cornell para crear robots inspirados y integrados con la naturaleza. Esto se llama robótica abiohíbrida, un campo relativamente nuevo que combina células vegetales, animales y fúngicas con materiales sintéticos para crear robots. Pequeños robots abiohíbridos hechos de neuronas de ratón pueden caminar y nadar, se han creado robots nadadores para la exploración del océano utilizando células de medusas, y un robot que camina y gira fue hecho a partir de células musculares de rata. Pero utilizar células animales en biorobots es caro y éticamente complicado, mientras que las células vegetales tienden a ser menos respuestas. Los hongos están por todas partes, y crear estos tipos de robots podría ser más factible en áreas con recursos más limitados. La accesibilidad y la resistencia de estos nuevos robots controlados por hongos también son prometedores para usos a largo plazo.
La integración de hongos en la tecnología robótica representa un avance revolucionario en la robótica biohíbrida. Al aprovechar las respuestas naturales de las redes miceliales de champiñones como el tipo rey del oeste, los investigadores han desarrollado robots que operan sin fuentes de energía tradicionales ni cables. Estas organismos convierten señales eléctricas emitidas por los hongos en comandos digitales, que luego guían los movimientos y acciones del robot. Un tal robot se asemeja a una estrella de mar con cinco brazos que se contraen para impulsarlo sobre superficies. Este diseño innovador rechaza suministros de energía convencionales, en su lugar confiando en las impulsores bioeléctricas naturales de los champiñones para funcionar. Los científicos de la Universidad de Cornell también han creado otro robot rodado basado en hongos, demostrando la versatilidad de esta nueva tecnología. El desarrollo de estos robots biohíbridos es parte de un campo emergente conocido como ‘robótica biohíbrida,’ que combina materiales biológicos vivientes con componentes sintéticos. Esto ha llevado a la creación de dispositivos robóticos diminutos impulsados por neuronas de ratón y bots nadadores inspirados en calamares para exploración marina, entre otras aplicaciones. Sin embargo, utilizar células animales en tales constructos puede ser prohibitivamente costoso y complejo desde el punto de vista ético, mientras que las alternativas basadas en plantas tienden a responder con lentitud ante estímulos. El reciente estudio publicado en ‘Science Robotics’ destaca cómo los hongos podrían ofrecer una solución más eficiente dentro de este marco biohíbrido. El equipo de investigación de Cornell comenzó cultivando micelio desde champiñones reyes del oeste debido a su facilidad de cultivo. Guiaron el crecimiento fúngico sobre andamios 3D impregnados con electrodos, creando una interfaz que podía capturar e interpretar las impulsiones eléctricas generadas en respuesta a cambios ambientales. Estas señales se tradujeron luego en comandos digitales por un sistema informático similar a cómo la actividad neural de los animales impulsa funciones motores. La interfaz hongos-robot fue demostrada a través de respuestas a estímulos luminosos; como explicó el ingeniero Robert Shepherd, ‘Los champiñones no les gustan a la luz,’ lo que proporcionaba una señal clara y fuerte para las acciones del robot. Aumentado con luz ultravioleta, las señales eléctricas desde el micelio se intensificaron, permitiendo a los robots moverse más rápidamente. Las aplicaciones potenciales de estos hongos biohíbridos poderosos son vastas y variadas. La sensibilidad elevada de los hongos a su entorno podría hacerlos excepcionalmente hábiles para detectar contaminantes o patógenos en entornos agrícolas comparados con sensores sintéticos. Las células fúngicas resisten condiciones extremas, lo que sitúa esta tecnología para uso en entornos hostiles, como aquellos con salinidad alta o frío intenso. El ingeniero Anand Mishra destacó la robustez de los robots biohíbridos fúngicos, señalando su capacidad para resistir y funcionar bajo circunstancias desafiantes. Esta durabilidad se demuestra aún más por la resistencia de los champiñones a la radiación, sugiriendo un papel en la vigilancia de sitios peligrosos. El aspecto sostenible de estos robots presenta otro beneficio significativo sobre contrapartes electrónicas convencionales. Como señaló el ingeniero Vickie Webster-Wood de la Universidad Carnegie Mellon, los robots biohíbridos construidos con materiales biológicos introducen un impacto ambiental y desechos menores si no se recuperan después del uso. Esto es particularmente relevante para la implementación de naves espaciales en áreas sensibles ambientalmente como arrecifes de coral. Además, la facilidad de cultivo y despliegue de micelio podría hacer que estos robots sean accesibles incluso en regiones con recursos limitados. Webster-Wood vislumbra su aplicación potencial en robótica espacial o misiones extendidas debido a las condiciones relativamente sencillas requeridas para mantener la salud del micelio comparadas con otros modelos biológicos. La accesibilidad y durabilidad de los robots biohíbridos fúngicos abren posibilidades emocionantes para exploraciones futuras y monitoreo ambiental, con aplicaciones que van desde sostenibilidad agrícola hasta exploración espacial profunda.
Los robots biohíbridos, que combinan células de plantas, animales y fúngicas con materiales sintéticos, son una prometedora avanzada en la construcción de robots sostenibles. Los hongos han sido utilizados para controlar robots convirtiendo señales eléctricas en comandos digitales, permitiendo comunicación entre la red micológica y el robot. Esta tecnología podría ser utilizada en agricultura para detectar contaminantes químicos, venenos o patógenos en campos de cultivo, y tiene aplicaciones potenciales en robótica espacial debido a su accesibilidad y durabilidad. El uso de hongos en lugar de células animales reduce residuos y perjuicios ambientales, lo que la hace una opción más sostenible para construir robots.
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